Según el informe Groundswell del Banco Mundial, se estima que el cambio climático podría forzar a 216 millones de personas a migrar dentro de sus propios países para el año 2050. Esta migración interna se verá impulsada principalmente por la escasez de agua, la disminución de la productividad agrícola y el aumento del nivel del mar, afectando gravemente a las regiones más pobres del mundo.
El impacto económico de estos desplazamientos será considerable. Las áreas rurales, que dependen en gran medida de la agricultura y otros recursos naturales, verán una disminución en la productividad y un aumento en la pobreza. Al mismo tiempo, las ciudades que recibirán a los migrantes enfrentarán desafíos en términos de infraestructura, servicios básicos y oportunidades de empleo, lo que podría obstaculizar el desarrollo económico sostenible.
La respuesta a este desafío requiere una acción global concertada para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover un desarrollo inclusivo y resiliente. El Banco Mundial sugiere que una acción temprana y decidida podría reducir la escala de la migración interna por cambio climático hasta en un 80%. Es crucial implementar políticas que fortalezcan la adaptación al clima y mitiguen los efectos adversos en las comunidades más vulnerables.
Los esfuerzos internacionales deben enfocarse en mejorar la resiliencia de las comunidades mediante inversiones en infraestructura, la gestión sostenible de los recursos naturales y la creación de oportunidades económicas en las áreas rurales y urbanas. Solo a través de una acción integrada y sostenida se podrá enfrentar el desafío de la migración inducida por el clima y minimizar su impacto en la economía global.