De acuerdo con la Fundación Ciudadana por un Consumo Responsable, la calidad del agua, elemento vital para la vida y la salud humana, presenta niveles alarmantes en América Latina y el Caribe. Un reciente estudio de la Universidad de Naciones Unidas revela que solo tres países —Chile, Costa Rica y Brasil— cuentan con un suministro de agua calificado como “moderadamente seguro”, dejando al resto de la región en un estado preocupante.

La evaluación incluyó diez componentes esenciales para la seguridad hídrica, como la calidad y disponibilidad del agua, saneamiento, salud, gobernanza y estabilidad de los recursos.
El agua segura es un pilar del derecho humano al agua, que debe estar libre de microorganismos, sustancias químicas o radiactivas que puedan representar una amenaza. Sin embargo, únicamente 12 países de la región reportaron un suministro libre de contaminación, siendo Chile el país con mejores cifras, alcanzando un 98.8% de cobertura. En el otro extremo, México apenas alcanza el 43%, dejando en evidencia una profunda desigualdad hídrica en la región.

Esta crisis no solo pone en riesgo la salud pública, sino que también afecta el desarrollo sostenible, la seguridad económica y la estabilidad social. Países como Haití y San Cristóbal y Nieves han sido clasificados en un nivel de “críticamente inseguro”, lo que implica un acceso extremadamente limitado a agua potable, exponiendo a sus poblaciones a enfermedades transmisibles y crisis sanitarias.

La situación se agrava si consideramos que más del 80% de los países analizados tienen un sistema de agua considerado «inseguro», lo que representa un retroceso significativo frente a los compromisos internacionales por garantizar el acceso equitativo y seguro a este recurso vital. La ausencia de gobernanza efectiva, infraestructura adecuada y políticas públicas contundentes son factores que perpetúan esta crisis.