
El oro continúa su ascenso meteórico y este miércoles alcanzó un nuevo récord histórico al cerrar en US$4,280.20 por onza, marcando un incremento del 62% en lo que va de 2025. Esta alza, que ya ha generado 45 máximos históricos solo en este año, remite a la legendaria corrida alcista de 1979, cuando el oro vivió su mayor explosión de valor en la historia moderna. Los analistas ya califican este desempeño como uno de los más significativos de las últimas décadas.

Detrás de este repunte están múltiples factores que han reforzado el atractivo del metal como refugio seguro. La prolongación del cierre del gobierno de Estados Unidos ha generado incertidumbre política y económica interna, lo que ha empujado a los inversionistas hacia activos considerados estables y de bajo riesgo. Al mismo tiempo, las tensiones comerciales con China se han intensificado, generando temores sobre el impacto global en los mercados financieros y las cadenas de suministro.
Otro componente clave ha sido la expectativa de que la Reserva Federal recorte las tasas de interés en los próximos meses, en un intento por estimular la economía ante los signos de desaceleración y los conflictos fiscales internos. Esta perspectiva ha debilitado al dólar, lo que a su vez fortalece al oro, al hacerlo más atractivo para compradores internacionales.

Con este contexto, el oro no solo reafirma su papel tradicional como activo de resguardo en tiempos de crisis, sino que también se posiciona como un barómetro sensible de la inestabilidad global. Expertos no descartan que el metal continúe su escalada en los próximos meses, si las condiciones geopolíticas y macroeconómicas siguen apuntando hacia la volatilidad. Para los inversionistas, el oro vuelve a brillar con fuerza en un año marcado por la incertidumbre.