
Este 21 de octubre, Día Mundial del Ahorro Energético, invita a reflexionar sobre esta cuarta transición energética que estamos atravesando, un cambio fundamental impulsado por la urgente necesidad de mitigar el cambio climático. Esto implica mucho más que sustituir un combustible por otro; además de desarrollar nueva capacidad de generación renovable, la transición energética requiere una transformación radical de los sectores energéticos. Incluye, por ejemplo, la electrificación del transporte, la climatización, el desarrollo de nuevos transportes de energía verde, como el hidrógeno verde, y el uso masivo de sistemas de almacenamiento de energía.
Sin embargo, esta revolución, conocida como la ‘transición verde’, enfrenta barreras complejas, como la dificultad de integrar grandes volúmenes de energía variable en nuestras viejas redes. Esto puede lograrse al reducir los costos operativos y de mantenimiento de las instalaciones y redes generadoras, aumentar la eficiencia, disminuir el número de accidentes y horas de inactividad y ampliar la vida útil de los equipos. Aquí es donde entra en juego la herramienta más poderosa de la que disponemos en la actualidad: la digitalización.

Además, la digitalización habilita mantenimiento predictivo en equipos críticos, desde climatización y motores hasta inversores, baterías y UPS. Al tenerlos conectados, los sensores y la analítica detectan desviaciones (vibración, temperatura, armónicos, fugas) antes de que se conviertan en fallas. Evitar paradas y operar en el punto óptimo reduce consumo y costos; cuando un equipo falla o trabaja forzado, aumenta el gasto energético y, en muchos casos, se encienden generadores diésel o se multiplica la ineficiencia, lo que termina en más CO₂. Por eso, digitalizar no solo integra renovables: también previene fallas, acorta tiempos de reparación y baja la huella.
De acuerdo con organismos internacionales como la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), la digitalización, junto con la electrificación y la descentralización, son las tres tendencias clave para un mundo energético más sostenible. Si el cambio hacia energías limpias es la meta, la tecnología digital es el motor que permite avanzar con velocidad y precisión.

“El sector energético necesita urgentemente descarbonizarse y brindar mayor accesibilidad a los millones de personas que aún carecen de acceso a servicios energéticos modernos, especialmente en comunidades de bajos ingresos”, señala el Programa Ambiental de Naciones Unidas. La digitalización se vuelve entonces crucial para integrar las energías renovables en los sistemas eléctricos, mejorar la fiabilidad de las redes eléctricas y disminuir el costo del acceso a la electricidad.
El sector energético del futuro será más limpio, pero también será más complejo. Las tecnologías digitales crean oportunidades para gestionar los desafíos de una transición hacia una energía limpia, como la dificultad de integrar grandes volúmenes de generación variable en la red y gestionar redes distribuidas. La introducción de las fuentes de energía renovables y la transición energética están impulsando la electrificación y provocando un aumento significativo de la complejidad de los sistemas de energía eléctrica, en los que están surgiendo nuevos actores, y una gran cantidad de electrodomésticos, equipos y fuentes de generación de electricidad diferentes, así como nuevos modelos de negocio.