
Se espera que para el año 2050 el 70% de la población mundial resida en ciudades, y para eso es necesario lograr que sean verdes, resilientes e inclusivas.
Los pilares tecnológicos interconectados y necesarios son los edificios inteligentes, las microrredes, la electrificación de los medios de transporte y los centros de datos como corazón del sistema.
Entre 1970 y 2021, la cantidad de personas que vivían en las ciudades creció de 1.190 millones a 4,460 millones, y la temperatura de la superficie de la Tierra aumentó 1,19°C por encima del nivel preindustrial, de acuerdo con el Informe “Prosperar: hacer que las ciudades sean verdes, resilientes e inclusivas en un clima cambiante”, del Banco Mundial.

En una nueva conmemoración del Día Mundial de las Ciudades, la atención global se centra en el desafío que enfrentan los centros urbanos: la población dentro de ellos seguirá creciendo, y se calcula que para el año 2050 albergarán al 70% de la población mundial. En la actualidad producen más del 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
El 31 de octubre de 2025, la Conmemoración Global del Día Mundial de las Ciudades tendrá lugar en Bogotá (Colombia), bajo el lema de ciudades inteligentes centradas en las personas. De acuerdo con la ONU-Hábitat, “este tema refleja el creciente reconocimiento de que el poder transformador de las tecnologías digitales está remodelando la vida urbana en todo el mundo, ofreciendo profundas oportunidades para mejorar el diseño, la planificación, la gestión y la gobernanza de las ciudades y los asentamientos humanos. En una era marcada por las transiciones urbanas y digitales, las ciudades están adoptando cada vez más soluciones tecnológicas digitales y datos para prestar mejores servicios a los residentes”.
Frente a esta realidad, y considerando que la energía es responsable de aproximadamente el 80% de todas las emisiones globales de gases de efecto invernadero, de los cuales los principales son el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso y los gases fluorados, se vuelve crucial que las ciudades logren una mayor eficiencia con menos recursos. Invertir en infraestructura urbana resiliente podría generar ahorros por más de 4.2 billones de dólares, según cálculos del Banco Mundial al año 2019.

La clave para transformar las ciudades radica en la convergencia de la digitalización y la electrificación, un concepto que se conoce como “Electricidad 4.0”. Esta estrategia ayuda a las ciudades a ser más sostenibles, resilientes, eficientes e inclusivas.
Las ciudades inteligentes del futuro dependen de tres pilares tecnológicos interconectados: los edificios inteligentes, las microrredes y las redes inteligentes, y la electrificación de medios de transporte con los centros de datos como corazón de todo el sistema.
Los edificios actuales deben modernizarse para cumplir con objetivos de eficiencia y sostenibilidad. Cerca del 50% de los edificios que existen hoy seguirán en uso en 2050, por lo que la meta debe ser que tanto los edificios nuevos como los ya existentes estén libres de la emisión de carbono para 2030. Digitalizar los edificios ayuda a acelerar su descarbonización mediante la creación de nuevas estructuras inteligentes capaces de combatir el cambio climático a lo largo de todo su ciclo de vida: diseño, construcción, funcionamiento, mantenimiento y desmantelamiento. Los dispositivos conectados y el software de análisis ayudan a identificar y reducir el desperdicio energético. Soluciones digitales sencillas, como contadores y sensores inalámbricos, pueden adaptarse rápidamente para poder tener información acerca del rendimiento de los edificios, y analizarla.

La infraestructura de red actual es vulnerable a los impactos del clima y a la demanda fluctuante. La evolución hacia redes inteligentes descentralizadas y bidireccionales es fundamental para aumentar la eficiencia y la resiliencia de las ciudades. Las microrredes permiten a las organizaciones y a los usuarios individuales convertirse en «prosumidores» (productores y consumidores de energía). Estas microrredes optimizan de manera inteligente los recursos energéticos locales, como pueden ser los paneles solares, las turbinas eólicas, las estaciones de recarga de vehículos eléctricos y el almacenamiento de energía, y se comunican con la red general para reducir costos y mejorar la resiliencia.
La descarbonización del transporte es vital, ya que el transporte genera más del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero. La integración de la red inteligente con el entorno urbano y la movilidad eléctrica permitirá a los usuarios cargar sus vehículos con mayor facilidad, debido al aumento en la cantidad de fuentes de alimentación.
