
El avance de los pagos digitales continúa transformando las economías de ingresos bajos y medianos, impulsando nuevas oportunidades de crecimiento y formalización. Sin embargo, persiste un importante desafío: el acceso limitado al crédito formal, especialmente entre los trabajadores por cuenta propia.
De acuerdo con los datos más recientes del Global Findex, el estrés financiero sigue siendo una realidad cotidiana para quienes operan pequeños negocios. El 13 % de los trabajadores por cuenta propia considera que los gastos comerciales son su principal preocupación. Aunque el crédito podría aliviar esta carga, solo una cuarta parte de los adultos en estas economías utilizó crédito formal en el último año. En contraste, el 35 % recurrió a fuentes informales, como familiares y amigos.

La informalidad es aún más evidente en los préstamos destinados a actividades productivas: del 15 % de adultos autoempleados que solicitaron financiamiento para sus negocios, la mayoría lo hizo por vías informales. Este panorama subraya la necesidad de expandir opciones de financiamiento formal, accesible y responsable. Entre las alternativas emergentes destacan los modelos de préstamo basados en flujos de dinero, que utilizan historiales de pagos digitales para evaluar la capacidad crediticia, ofreciendo un puente hacia la inclusión financiera.
Paralelamente, los pagos de salarios y beneficios públicos muestran una transición acelerada hacia la digitalización. En las economías de ingresos bajos y medianos, el 75 % de los beneficiarios de pagos gubernamentales recibe salarios, pensiones o transferencias directamente en cuentas bancarias. En el sector privado, aproximadamente la mitad de los trabajadores ya recibe su remuneración por medios digitales, fortaleciendo la trazabilidad y eficiencia financiera.

La digitalización también está impulsando nuevas oportunidades económicas. El crecimiento del comercio electrónico y los pagos en línea permite que pequeños negocios alcancen nuevos mercados y fortalezcan su capacidad de generar ingresos. Actualmente, el 37 % de los adultos paga sus servicios en línea, mientras que el 36 % compra productos a través de plataformas digitales, reflejando un cambio profundo en los hábitos de consumo y en la forma en que los comerciantes acceden a clientes.
La expansión de los pagos digitales representa un motor de desarrollo económico, pero su potencial solo podrá maximizarse si avanza de manera paralela la inclusión en el crédito formal. La combinación de infraestructura digital sólida, productos financieros responsables y educación financiera será clave para reducir la informalidad y ampliar las oportunidades económicas en los próximos años.
