América Latina y el Caribe enfrentan grandes desafíos para avanzar hacia un desarrollo más productivo, inclusivo y sostenible, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región se encuentra atrapada en tres síndromes que limitan su crecimiento: la trampa de bajo crecimiento y productividad, la elevada desigualdad y baja movilidad social, y las limitadas capacidades institucionales y de gobernanza. Estas trampas, que se refuerzan mutuamente, han frenado el progreso económico y social de la región en las últimas décadas.
En este sentido, el informe de CEPAL denominado “Panorama de las Políticas de Desarrollo Productivo en América Latina”, resalta que, la tasa de crecimiento económico de la región ha mostrado una tendencia declinante desde los años cincuenta, cuando alcanzaba un promedio de 4.9% al 5.9% anual. Sin embargo, desde los años ochenta, esta cifra ha disminuido drásticamente, llegando al 2% en esa década y manteniéndose en niveles bajos en las siguientes. Entre 2014 y 2023, la tasa de crecimiento promedio anual fue de solo 0.9%, incluso menor que en la llamada «década perdida» de los años ochenta.
A pesar de este panorama, CEPAL subraya la importancia de identificar oportunidades de mejora en la región. La clave, según su análisis, radica en superar estas trampas a través de políticas que impulsen la productividad, reduzcan la desigualdad y fortalezcan las instituciones. El desarrollo de capacidades en innovación, la diversificación económica y la mejora en la educación y la formación técnica son algunos de los ejes prioritarios para revertir esta tendencia.
La crisis provocada por la pandemia de COVID-19 y las recientes tensiones comerciales y financieras a nivel global han exacerbado estos desafíos. Sin embargo, también han abierto la puerta a repensar los modelos de desarrollo en América Latina y el Caribe. Este es un momento clave para que la región enfoque sus esfuerzos en transitar hacia un desarrollo más equitativo y sostenible.
América Latina y el Caribe tienen frente a sí la posibilidad de romper con los patrones que han limitado su crecimiento. Aunque el camino es complejo, con políticas adecuadas y una visión a largo plazo, la región puede superar las trampas que han frenado su desarrollo y avanzar hacia un futuro más próspero.