El Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) de El Salvador 🇸🇻 se encuentra en una carrera contrarreloj para contener la propagación del gusano barrenador, una plaga que, desde su detección en diciembre de 2024, ha generado una creciente preocupación en el sector pecuario nacional. La intensificación de los esfuerzos por parte del MAG responde a la amenaza económica que esta enfermedad representa para los productores, especialmente aquellos dedicados a la ganadería y la crianza de animales domésticos, que son pilares en la economía rural del país.

El viceministro de Agricultura, Óscar Domínguez, ha utilizado las redes sociales para asegurar a la población y a los productores que los técnicos de la institución permanecerán en territorio, brindando capacitación y asistencia en el manejo y control de la enfermedad. Esta estrategia de cercanía busca empoderar a los agricultores y ganaderos con las herramientas necesarias para enfrentar el brote.
Además, Domínguez enfatizó la coordinación activa con organismos internacionales de renombre como OIRSA, IICA y el USDA, lo que subraya la seriedad con la que el país aborda esta crisis zoosanitaria.
Recientemente, el MAG ha desplegado decenas de veterinarios a los departamentos de San Miguel, Morazán y La Unión, zonas que, por su vocación productiva, son especialmente vulnerables al impacto de la plaga. A pesar de que la presencia del gusano barrenador se conoció a finales de 2024, la declaratoria de emergencia zoosanitaria no se emitió sino hasta el 20 de febrero de 2025, y las primeras menciones públicas de contagios se realizaron en marzo.

Según el último reporte del Organismo Internacional Regional de Sanidad Agropecuaria (OIRSA), divulgado en conjunto con la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) hasta el 19 de abril, El Salvador contabilizaba un alarmante total de 1,171 casos positivos. La mayoría de estos contagios corresponden a bovinos (597) y caninos (505), aunque la plaga también ha afectado a porcinos, equinos, ovinos, felinos y caprinos, evidenciando su amplio espectro de acción. Esta diversidad de especies afectadas magnifica el riesgo económico y la complejidad del control.

La transparencia y la divulgación de datos son fundamentales para que los productores y la población en general estén informados y puedan tomar las medidas preventivas adecuadas. La vigilancia activa y la comunicación constante son esenciales para mitigar el impacto económico y proteger la salud animal en el país.