Según un informe reciente del Banco Mundial (BM), se espera que las remesas hacia los países de ingresos bajos aumenten en un 2.3% en lo que falta de 2024. Este aumento representa una continuación de la tendencia positiva observada en los últimos años, donde las remesas han desempeñado un papel crucial en la economía de muchas naciones en desarrollo.
El informe destaca que este incremento del 2.3% refleja una recuperación gradual después de la disminución experimentada durante la pandemia, que afectó significativamente los flujos de remesas en 2020 y 2021. Los países receptores, en su mayoría economías emergentes y en desarrollo, dependen en gran medida de estos fondos para el consumo básico, educación, salud y otros gastos domésticos esenciales. Por lo tanto, cualquier aumento en las remesas es una noticia positiva para la estabilidad económica y el bienestar social en estas regiones.
Además, el informe señala que la mejora en las condiciones económicas globales y la recuperación de los mercados laborales en los países de destino de los migrantes están contribuyendo a este aumento proyectado. A medida que se alivian las restricciones de movilidad y las economías se recuperan, se espera que más trabajadores migrantes puedan enviar mayores cantidades de dinero a sus hogares. Esto no solo beneficia a las familias receptoras, sino que también tiene un impacto positivo en las economías locales al aumentar el consumo y la inversión.
Sin embargo, el informe también advierte sobre posibles riesgos, como la volatilidad en los mercados financieros globales, que podrían afectar negativamente los flujos de remesas en el futuro. La dependencia excesiva de las remesas también puede hacer que las economías receptoras sean vulnerables a cambios repentinos en las políticas migratorias o económicas de los países de destino. Por lo tanto, es crucial para los gobiernos y las organizaciones internacionales trabajar en políticas que promuevan la seguridad y la estabilidad de los flujos de remesas a largo plazo.