
La exitosa serie de Netflix Emily in Paris vuelve con una quinta temporada que marca un giro significativo en la historia de su protagonista y amplía su universo más allá de la capital francesa. En esta nueva entrega, Emily Cooper (Lily Collins) inicia una etapa de mayor madurez personal y profesional, mientras la trama se desplaza entre Roma, París y Venecia, tres ciudades que funcionan como motores emocionales del relato.
La historia arranca en Roma, donde Emily asume un importante reto laboral al ser nombrada responsable de la Agence Grateau en la ciudad italiana. El ascenso supone no solo un salto en su carrera, sino también una serie de desafíos que la obligan a replantearse sus prioridades, enfrentar decepciones y tomar decisiones con impacto a largo plazo. Aunque París sigue siendo un eje central de la serie, Italia cobra protagonismo como un espacio de transformación, con Venecia aportando un componente visual y simbólico clave.
El creador de la serie, Darren Star, explicó que la expansión geográfica responde a la necesidad de hacer evolucionar la historia sin perder su esencia. La inclusión de Roma y Venecia permite explorar nuevos conflictos y ofrecer al público una experiencia narrativa que combina aspiración, viaje y crecimiento personal, manteniendo siempre a París como hogar emocional de la protagonista.

Uno de los cambios más evidentes de la temporada es la evolución de Emily como personaje. Lejos de la joven insegura de las primeras entregas, ahora se muestra más consciente de quién es y más cómoda con sus contradicciones. Esa transformación se refleja tanto en su manera de relacionarse —con viejos y nuevos intereses amorosos— como en su desempeño profesional y en su vínculo con Sylvie Grateau, su jefa, cuya relación gana matices y cercanía.
Sylvie, interpretada por Philippine Leroy-Beaulieu, también atraviesa su propio proceso de cambio. La temporada presenta una versión más vulnerable del personaje, que se permite dudar, equivocarse y explorar nuevos caminos tanto en lo laboral como en lo personal. Este giro humaniza a una figura tradicionalmente rígida y añade profundidad al relato.
La amistad entre Emily y Mindy Chen (Ashley Park) se convierte en otro de los pilares emocionales de la temporada. La relación se enfrenta a pruebas inesperadas, con apuestas más altas que en entregas anteriores, lo que aporta tensión y nuevas dinámicas a una de las duplas más queridas de la serie.

El vestuario, elemento clave en Emily in Paris, acompaña esta evolución narrativa. Bajo la dirección de la diseñadora Marylin Fitoussi, los looks de Emily se vuelven más sobrios y estructurados, reflejando una seguridad interior que ya no necesita excesos para expresarse. El cambio simbólico llega incluso al calzado: los tacones dejan espacio a opciones más prácticas, en sintonía con una protagonista que aprende a avanzar sin perder el equilibrio.
Con 10 episodios, la quinta temporada reafirma que Emily in Paris sigue reinventándose sin abandonar su estilo característico. Más allá del glamour y los paisajes europeos, la serie apuesta por una narrativa centrada en el crecimiento personal, la imperfección y la valentía de soltar el control. Mientras el futuro de una posible sexta temporada queda abierto, esta nueva entrega deja claro que Emily ya no corre para encajar, sino que camina con mayor firmeza hacia quien realmente es.
