Activos: en el rubro de los ingresos (o activos) se debe considerar el porcentaje del sueldo que tanto padres como hijos trabajadores pueden aportar. Asimismo, es necesario considerar otras fuentes de ingreso familiar, como puede ser la renta de un departamento.
Pasivos: en los pasivos se deben registrar los gastos básicos como alimentación, ropa y servicios de agua, luz, gas. También, hay que considerar otros como colegiaturas, renta (si la casa no es propia), pago de lugares recreativos o actividades extracurriculares (gimnasio, clases de música, deportes, etcétera), pago de hipotecas, tarjetas de crédito y otras deudas. En este punto es importante no olvidar los impuestos.
Decidir en qué gastar: Es importante ponerse de acuerdo para gastar menos de lo que se gana. Para evitar problemas financieros, lo más sano es moderarse en los gastos de la familia y siempre destinar algún porcentaje al ahorro.
Planificar a mediano y largo plazo: La familia debe ponerse metas y expresar sus deseos y sueños para el futuro. Los padres pueden crear conciencia en los hijos sobre la importancia de comenzar a ahorrar lo antes posible pensando en eventos a mediano y largo plazo, como pueden ser la educación universitaria o el retiro.
Seguros de vida: Conviene también hablar de los seguros de vida y del testamento. Aunque es muy difícil pensar en temas relacionados con accidentes o muerte de algún familiar, es importante informar a la familia sobre las medidas que se toman para proteger el patrimonio aun ante las eventualidades de la vida.