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Miércoles, 28 Julio 2021 19:51

Dinero, otros medios de pago y el tiempo

Escrito por Carlos Rivera Cuéllar
Dinero, otros medios de pago y el tiempo Cortesía

Richard Curtis en su libreto “About Time” planteó un futuro humano distópico en donde el principal medio de pago para todo tipo de operación comercial, mercantil y de subsistencia entre sociedades, incluida la vida misma de los seres, es el tiempo.

Hoy día, existe una carrera frenética mundial entre grandes corporaciones variopintas para controlar o ser parte importante del mercado que tiene que ver con herramientas de control del comercio global en sí; la lucha, entre otras cosas, se basa en elementos claves de consumo, patrones de identidad generacional de uso y aceptación de procesos y nuevas tecnologías, inclusión social,  tecnología (acceso a ella), medios electrónicos de pago versátiles y agiles,  y por supuesto el dinero como persistente, tradicional y dominante medio de pago ortodoxo. La innovación parece estarle ganado varios palmos a la invención en este escenario, por ahora.

La pretensión de las principales corporaciones de medios electrónicos de pago ha sido siempre la eliminación del dinero en efectivo como medio de peculio y usufructo transaccional; aspiración que por supuesto, el preludio fue un rectángulo de plástico llamado tarjeta de crédito, y su interludio, es la evolución  a medios electrónicos más sofisticados como las aplicaciones de los teléfonos móviles o APP de pagos, cuya esencia funcional es sin contacto, sin tarjetas y por supuesto sin el dinero como tal (contactless, cardless y cashless). El sueño de las “cashless cities” sigue siendo la utopía. Pero toda utopía tiene su distópia.

Existe una confusión muy grande entre dinero y medio de pago siendo que uno es la base de la existencia del otro. Lo mismo sucede en la tecnología actual de aplicaciones de pago entre carteras o “wallets” y monederos: la colección de al menos uno es la base de la existencia del otro. La lucha por la implantación de estas aplicaciones cuenta con barreras infraestructurales humanas, tecnológicas y sociales fuera de los ámbitos a donde han sido concebidos. Las concepciones de uso primermundista de estas herramientas están padeciendo el duro despertar en regiones menos desarrolladas del planeta: internet de mala calidad, mala cobertura de telefonía celular, poca penetración de teléfonos móviles con tecnología adecuada para el uso de las APP, la baja bancarización, malas economías como para adoptar estas soluciones por sobre otras prioridades sociales, etc.

La carga distópica de la eliminación del dinero pasa también por la eliminación del uso de las primeras tecnologías de reemplazo de este: las redes de terminales de punto de pago para tarjetas de crédito o simplemente POS. Podría decirse que los POS son hoy día, la criatura engendro del Dr. Victor Frankenstein que no le permitió continuar con su búsqueda frenética de su sueño creativo. Pero mientras, con la suerte de las redes adquirentes decidida, el estado de interludio de la eliminación del dinero como lo conocemos ha hecho una estación obligada, mezclando nuevas funciones a las viejas redes de POS en orden de alargar su reemplazo, entiéndase eliminación, y hacerlo de manera más controlada.

La seguridad contra fraudes, la rigidez de los requisitos de certificación, el exceso de leyes locales, a veces contradictorias, la poca consistencia de leyes regionales contra el crimen organizado, son las otras ballenas blancas contra las que se debe luchar el sueño Ahabiano e inclaudicable de eliminar el efectivo en el comercio mundial.

Al lado de todo lo anterior, están las batallas por ser la próxima gran APP de pagos. WeChat en China pasó de ser una aplicación de mensajería y llamadas, a ser una red de transferencia de valores y después, a una inmensa red de pagos. Ni Google Pay ni Samsung Pay ni Apple Pay se aproximan a lo que WeChat ya logró. Ni siquiera han logrado lo que lo que Zelle ha hecho hasta hoy en los Estado Unidos.

Porque al final de todo, con todas estas evoluciones a la fecha, el paroxismo de la persecución conlleva intrínsecamente en la consolidación del medio de pago estándar mundial, la optimización del uso del tiempo de las personas en toda actividad comercial, hasta que quizás como lo imaginó Curtis, el tiempo mismo sea el medio con que vayamos a transar en todo.

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