La alta inflación, hasta el mes de noviembre era de 6%, la mayor desde 1996, cuando fue de 7.4%. Informes del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), muestran alzas de precios entre 25% y 100% en productos básicos, como el ajo, pepino pipián, tomate y otros productos. Este año también se encarecieron la energía, los combustibles y los materiales de construcción.
La inflación afecta el poder adquisitivo de la población, principalmente a los sectores de bajos ingresos, que son la mayoría: 1,351,000 de personas asalariadas: 400 mil personas con pensiones contributivas y no contributivas; 806 mil cuentapropistas (53% mujeres), 1,000,000 de personas que laboran en MYPE (60% mujeres); 442 mil familias campesinas; 107, 000 empleadas domésticas, entre otros sectores.
Además, el déficit comercial, entre enero y octubre las exportaciones de bienes crecieron un 34%, respecto al mismo período del año pasado (sobre todo por la reactivación del mercado internacional), pero las importaciones aumentaron un 49%. El déficit comercial creció en US$3,646 millones en las remesas.
Asimismo, el elevado déficit fiscal y la pesada deuda pública, hasta octubre, el déficit rondaba el 6% del Producto Interno Bruto (PIB) y la deuda (US$23,500 millones) equivalía al 86% del PIB.
El riesgo país, aumentó y los bonos cayeron, lo que hace más caro el endeudamiento futuro, de la deuda del Gobierno Central, US$2,575 millones deben pagarse en menos de un año, un monto que presionará mucho las finanzas públicas.
Las finanzas del Estado son precarias y hay incertidumbre sobre la negociación del Fondo Monetario Internacional (FMI), para un préstamo de US$1,300 millones que provocaría un ajuste fiscal recesivo. Además, el proyecto de presupuesto de 2022 requiere deuda por US$1,209 millones para cubrir la brecha fiscal.