A continuación, los siguientes pecados que todo emprendedor debe evitar ya sea en su negocio o empresa.

• La pereza:

Para un emprendedor, este pecado capital es sinónimo de mediocridad. Y puede reflejarse en algunas prácticas bastante comunes, como la procrastinación, que los lleva a dejar siempre para otro momento lo que podríamos resolver ahora. Los empresarios perezosos son también aquellos que no actúan en forma inmediata ante un problema o amenaza y solo reaccionan cuando las cosas se han salido de control.

• La soberbia:

Si hay algo que nunca puede faltarte a un emprendedor con ambición de crecer es humildad. Humildad para entender que siempre habrá alguien que puede hacerlo mejor que él.

• La ira:

Cuando es su propio jefe, tiene que trabajar muy duro todos los días, atender distintas tareas a la vez, escuchar las quejas de clientes y empleados y estar siempre listo para resolver problemas. 

• La gula:

La gula busca la satisfacción rápida y en los negocios la comida es reemplazada por el dinero, las ventas rápidas o un número grande de clientes poco significativos. Es decir, cuando hay gula el emprendedor no tiene disciplina y no está dispuesto a sacrificar nada, ni siquiera por una prosperidad firme y a largo plazo. 

• La avaricia:

El emprendedor más exitosos es el que comparte. Y no solo se trata de aquel que, por su afán de riqueza, quiere todo el dinero para él. Los empresarios avaros son también aquellos que no comparten sus conocimientos ni experiencia, por el temor de que alguien pueda robarles alguna oportunidad. Aquellos que, ante la solicitud de un simple contacto, siempre le dirán que no tienen el celular a la mano o que simplemente perdieron ese dato.

• La envidia:

Compararse con los demás es una conducta humana, que se sustenta en la necesidad de aprobación que se siente. El problema es cuando se convierte en envidia, y nos sentimos frustrados, inferiores e incapaces de lograr nuestros propios objetivos. El camino de cada emprendedor es único, y es importante que aprendas dos cosas: que hay lugar para todos, y que siempre debes mantenerte enfocado en lo que tú estás construyendo.

• La lujuria:

En los negocios, este pecado se traduce como el deseo desmedido por lo material. Y puede llevarle a una visión equivocada de lo que significa emprender: por ejemplo, volverse millonario en poco tiempo o sacrificar el valor que le da a sus clientes por los beneficios económicos que puede obtener.