El verano es la temporada en la que muchas personas buscan relajarse y olvidarse por unas semanas de la rutina y la presión de las clases o el trabajo. Por ello, algunas de ellas deciden invertir parte de su presupuesto para viajar en el período veraniego, lo que trae consigo, además de días de relax, sol y playa, gastos extraordinarios que repercuten directamente en el bolsillo.
Optimizar los gastos: Lo importante no es cuánto se gana, sino cómo se gestiona el gasto. Se debe tratar de optimizar todos los gastos mediante la racionalización, que se verá reflejada en diversas acciones como por ejemplo: hacer la compra del supermercado sin apetito y con una lista de compras, reducir las salidas a restaurantes o shoppings y dejarlo sólo para ocasiones especiales, aprovechar los eventos culturales gratuitos que ofrece la ciudad, planificar actividades considerando un presupuesto que esté acorde a la situación financiera actual, y por último evitar los gastos hormiga como el desayuno en el café del barrio, las empanadas de la media mañana en el trabajo y la botella de agua en la estación de servicio.
Con planificar algunos cambios en la forma de gastar, será posible lograr la deseada estabilidad económica.
Tener un colchón o fondo de emergencia: Los gastos adicionales también enseñan por qué es importante tener un fondo o colchón financiero para emergencias. La mejor manera de evitar el impacto de los imprevistos sobre el dinero ahorrado es creando este fondo.