La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) prevé que el Producto Interno Bruto (PIB) de América Latina crecerá 2.1% en 2025 y 2% en 2026, reflejando una desaceleración generalizada en la región. Estas cifras son inferiores a las estimaciones realizadas a finales del año pasado y se sitúan por debajo del promedio de otras economías emergentes, en medio de un contexto global incierto y fragmentado.

El informe “Perspectivas Económicas de la OCDE: Foco en América Latina” destaca que, el crecimiento sigue siendo débil en la mayoría de los países de la región. Las proyecciones han sido revisadas a la baja debido a una demanda externa debilitada y elevados niveles de incertidumbre política y económica.
En materia de precios, la desinflación continúa avanzando en América Latina; sin embargo, las presiones inflacionarias persisten y los niveles de inflación siguen por encima de las metas en varios países. La OCDE advierte que el endurecimiento de los costos comerciales podría retrasar la convergencia hacia tasas de inflación más bajas y mantener las tasas de interés elevadas por más tiempo.

El informe subraya que los riesgos para las perspectivas económicas son predominantemente a la baja. Una posible escalada en los aranceles comerciales o un menor dinamismo en los socios estratégicos de la región podrían afectar negativamente las exportaciones y la demanda de materias primas, impactando aún más el crecimiento regional.
Ante este escenario, la OCDE recomienda fortalecer las políticas internas, especialmente en áreas como competitividad, comercio e inversión. La región debe aprovechar las oportunidades derivadas de los cambios globales en las cadenas de suministro y la transición hacia economías sostenibles. Mejorar el clima de negocios, reducir la carga administrativa, facilitar el comercio y promover la innovación serán claves para atraer inversiones y estimular un crecimiento más robusto.
