El Banco Mundial proyecta una disminución del 6% en los precios de la energía y del 2% en los fertilizantes en 2025, lo que supone un alivio para los productores agrícolas tras los elevados costos de las últimas temporadas. Además, el índice de precios agrícolas disminuiría un 4% antes de estabilizarse en 2026. Sin embargo, estos pronósticos están sujetos a múltiples riesgos que podrían alterar la tendencia a la baja.
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La reducción de los costos de los insumos está impulsada principalmente por la baja en los precios del petróleo y el carbón, factores que habían elevado los costos de producción en 2022 y 2023. Asimismo, el índice de asequibilidad de los fertilizantes ha regresado a niveles previos a la pandemia, lo que mejora las condiciones para los agricultores. No obstante, persisten riesgos geopolíticos y económicos que podrían revertir esta tendencia favorable.
Uno de los principales factores de incertidumbre es la posibilidad de una escalada de los conflictos en Oriente Medio o una disminución de las exportaciones de gas natural ruso. Estos eventos podrían provocar un repunte en los precios del petróleo y el gas, elevando nuevamente los costos de los fertilizantes y, en consecuencia, los precios de los alimentos básicos.
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A pesar de la estabilidad prevista en los precios agrícolas para 2026, el sector enfrenta otros desafíos a largo plazo, como los fenómenos meteorológicos extremos, las restricciones comerciales y la evolución de las políticas sobre biocombustibles. Estos factores pueden generar fluctuaciones imprevistas en los mercados agrícolas, afectando tanto a productores como a consumidores.
En este contexto, los responsables de políticas y los actores del sector deben enfocarse en estrategias que refuercen la resiliencia del mercado agrícola. La sostenibilidad, la innovación tecnológica y la diversificación de fuentes de insumos serán clave para mitigar los riesgos y garantizar un abastecimiento estable de alimentos en el futuro.
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