El teletrabajo ha emergido como una tendencia dominante, especialmente tras la pandemia, lo que ha llevado al Fondo Monetario Internacional (FMI) a señalar su potencial para impulsar la productividad y el crecimiento económico. A pesar de la prolongada desaceleración del crecimiento de la productividad desde los años cincuenta, el auge del teletrabajo podría representar una solución para revertir esta tendencia negativa.
Desde el inicio de la pandemia, el teletrabajo se multiplicó por diez, estabilizándose en niveles cinco veces superiores a los de antes de la crisis sanitaria. Este cambio no solo tiene implicaciones inmediatas en la forma de trabajar, sino que también promete un aumento en el crecimiento económico a largo plazo. La integración de la inteligencia artificial en el ámbito laboral podría ser un factor clave que permita superar la fase de crecimiento lento en la que nos encontramos.
Los estudios han demostrado que el trabajo híbrido, que se ha vuelto común para alrededor del 30% de la fuerza laboral, puede equivaler a un aumento salarial del 8%. Este modelo, que incluye trabajar dos o tres días desde casa, se traduce en un ahorro significativo de tiempo, ya que los empleados evitan horas de desplazamiento. Este tiempo ahorrado se convierte en un recurso valioso, contribuyendo a un mejor equilibrio entre vida laboral y personal.
Además, el teletrabajo tiene el potencial de atraer a millones de personas que actualmente están fuera del mercado laboral. Muchos de estos individuos enfrentan responsabilidades de cuidado o están cerca de la jubilación. Al ofrecer una mayor flexibilidad y un entorno laboral más accesible, el teletrabajo podría facilitar su reincorporación al ámbito profesional, beneficiando así la oferta global de mano de obra.
Sin embargo, el teletrabajo no está exento de desafíos. La reducción del tiempo en la oficina podría limitar las oportunidades de aprendizaje, innovación y comunicación entre empleados. Aunque estos efectos positivos y negativos tienden a compensarse, la evaluación del impacto neto del trabajo híbrido en la productividad sigue siendo compleja y sujeta a debate, lo que exige un análisis más profundo de sus implicaciones en la economía moderna.