
Por: María José Bazo, presidenta del Clúster para Centroamérica Schneider Electric.
Los desarrolladores inmobiliarios tienen una responsabilidad especial en la respuesta a la crisis ambiental, dado que el sector de la construcción representa aproximadamente el 40% de las emisiones globales de dióxido de carbono y consume enormes cantidades de recursos naturales. Específicamente, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) reporta que «el sector de edificios y construcción es por mucho el mayor emisor de gases de efecto invernadero, representando un asombroso 37% de las emisiones globales. La producción y el uso de materiales como el cemento, el acero y el aluminio conllevan una importante huella de carbono”.
Y algo interesante que analizan en la UNEP es que: “Históricamente, gran parte del progreso del sector se ha centrado en la reducción de las emisiones de carbono operativas de los edificios, es decir, las emisiones derivadas de la calefacción, la refrigeración y la iluminación. Las proyecciones sugieren que estas emisiones operativas disminuirán del 75% al 50% de las emisiones totales del sector en las próximas décadas”. Sin embargo, con esto no alcanza. Es necesario apuntar a lograr la “descarbonización” de los materiales de construcción por medio de tres aspectos centrales, según los especialistas de la UNEP: evitar la extracción y producción innecesarias; cambiar a materiales de construcción renovables y mejorar la descarbonización de los materiales de construcción convencionales.

Otro aspecto es tomar en consideración la eficiencia energética integral. Esto se traduce en diseñar edificios con sistemas de climatización pasiva, orientación solar optimizada, aislamiento térmico superior y ventanas de alto rendimiento. Integrar sistemas de energía renovable desde el diseño inicial, y no como agregado posterior. Los edificios de energía neta cero, o positiva, son ya una realidad técnica y económicamente viable.
Por otro lado, es imprescindible realizar una gestión inteligente del agua, por medio de la implementación de sistemas de captación de agua pluvial y el tratamiento de aguas grises, la implementación de paisajismo con plantas nativas que requieren menor riego, y tecnologías inteligentes de irrigación. Los desarrolladores inmobiliarios pueden reducir el consumo de agua potable hasta en un 50% con estas estrategias. Y también en este sector industrial es preciso apelar a la economía circular. Es posible planificar desde el diseño la futura reutilización o reciclaje de materiales e implementar sistemas de construcción desmontable y crear bancos de materiales para futuros proyectos.
En este ecosistema, seguir y respetar certificaciones y estándares ayuda como guía y como un camino para obtener mejores resultados y valores de las propiedades. Las certificaciones LEED, BREEAM y EDGE son sistemas de evaluación que validan el desempeño ambiental de los edificios y cada una tiene características distintivas.
LEED es el sistema de clasificación de edificios verdes más ampliamente usado, proporciona un marco para crear edificios saludables, eficientes y que ahorran costos: de acuerdo con un estudio del Consejo de Edificios Verdes de los Estados Unidos, los edificios certificados LEED consumen, en promedio, 25% menos energía y 11% menos agua que los edificios no certificados.
BREEAM por su parte (por Building Research Establishment Environmental Assessment Method)
evalúa el desempeño ambiental de un edificio a través de varias categorías, considerando su diseño, construcción, proceso de adquisiciones y eficiencia operacional. Finalmente, EDGE (Excellence in Design for Greater Efficiencies) tiene requisitos más simples que LEED, e igualmente posee resultados medibles
La innovación tecnológica en todo esto es fundamental, dado que existen soluciones tecnológicas que ayudan a que los desarrolladores inmobiliarios contribuyan a la sostenibilidad: pueden, por ejemplo, integrar sistemas de domótica que optimicen el consumo energético, sensores de calidad ambiental, y plataformas que permitan a los usuarios monitorear y reducir su impacto ambiental.
Entonces, acudir a compañías expertas que tienen un portafolio integral de soluciones que responda directamente a las necesidades ambientales de los desarrolladores inmobiliarios resulta más importante cada vez. Porque permiten realizar una gestión inteligente de edificios, con la posibilidad de ajustar remotamente datos de sensores que van desde temperatura, humedad y niveles de ruido hasta uso de energía, rendimiento de equipos y uso de espacios en tiempo real. Esto facilita la optimización continua del desempeño ambiental del edificio y además son herramientas que brindan un ecosistema completo que facilita cumplir con las certificaciones.
Por otro lado, los sistemas innovadores de automatización y control de edificios mejoran la eficiencia energética, reducen costos y proporcionan una mejor experiencia para los ocupantes, desbloqueando el potencial del edificio con automatización inteligente para reducir los costos de energía hasta en un 30%.
A todo esto hay que sumar las demandas de los usuarios, que cada vez más valoran que los edificios tengan menores costos operativos por eficiencia energética, ambientes más saludables con mejor calidad del aire, acceso a espacios verdes, y la posibilidad de vivir de manera más sostenible. No responder a estas demandas implica perder competitividad.
La clave está en entender que la sostenibilidad no es un costo adicional, sino una inversión que reduce costos operativos a largo plazo aumenta el valor de las propiedades, y responde a una demanda de mercado cada vez más exigente y consciente ambientalmente.