La Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) ha reportado que para la inflación energética en Latinoamérica, se atribuye el 75% de este a los precios de combustibles utilizados en los hogares y para el transporte, y el 25% restante al costo de la electricidad. Este comportamiento inflacionario ha tenido una notable repercusión en la economía regional.
Asímismo, en su reciente estudio, indicaron que en mayo de 2024, la inflación energética regional alcanzó un valor de 0.52%, confirmando una tendencia a la baja que se ha observado desde principios de año. Esta cifra refleja una desaceleración en comparación con los meses anteriores, brindando un leve respiro a los consumidores y autoridades económicas de la región.
A nivel anual, la inflación energética de América Latina y el Caribe en mayo de 2024 fue de 3.07% en comparación con mayo de 2023. Este porcentaje es inferior a la inflación total de la economía regional, que se sitúa en 4.02%. Este dato evidencia una gestión relativamente eficaz en el control de los precios energéticos, aunque sigue representando un desafío para los hogares y sectores dependientes del transporte.
En contraste, los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) han experimentado un aumento significativo en la inflación energética anual, pasando de -0.13% en abril a 2.5% en mayo de este año. Este es el nivel más alto registrado desde febrero de 2023, con incrementos observados en 24 de los países miembros. Esta tendencia refleja las dinámicas globales que influyen en el mercado energético y las diferentes estrategias adoptadas por cada región para enfrentar estos desafíos.