El más reciente informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advierte sobre la necesidad urgente de cambiar el rumbo económico hacia un modelo más ecológico y equitativo. Según el informe, los actuales modelos económicos han priorizado las ganancias a corto plazo, desatendiendo el impacto ambiental y la equidad social, lo que ha agravado problemas como el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación.
El crecimiento económico, que señala el PNUD, se ha desvinculado progresivamente del bienestar humano. Las políticas globales siguen favoreciendo subsidios a los combustibles fósiles y prácticas agrícolas dañinas para el medio ambiente, mientras la presión por postergar reformas verdes se intensifica. Esta dinámica no solo pone en riesgo el planeta, sino que también agrava las desigualdades sociales, especialmente entre los jóvenes y las mujeres.
En muchos países, el descontento social va en aumento, impulsado por las crecientes brechas de género y el desempleo juvenil. La desigualdad económica, agravada por la inestabilidad climática, está desestabilizando sistemas fundamentales, como los seguros y la seguridad social. El informe subraya que estos sistemas no están preparados para enfrentar las consecuencias de fenómenos como el envejecimiento de la población o el cambio climático.
A nivel global, la idea de un «futuro verde» está ganando terreno. Países como Brasil, Tailandia, Kenia y Bután están adoptando medidas innovadoras para financiar la conservación ambiental, como la creación de fondos multimillonarios o la imposición de impuestos al turismo. Estas iniciativas son una señal de que cada vez más gobiernos reconocen la rentabilidad de invertir en biodiversidad y en la protección de ecosistemas.
El informe del PNUD destaca que, aunque el concepto de «crecimiento verde» sigue siendo discutido, algunos científicos del clima lo ven como insuficiente. Para ellos, es necesario replantear el modelo económico por completo, dando prioridad a los límites ecológicos del planeta. En este sentido, las economías indígenas y comunitarias, que valoran la sostenibilidad y el bienestar colectivo, están despertando mayor interés como alternativas viables.
En ese sentido, la transición hacia una economía ecológica y equitativa no es opcional, sino una necesidad urgente para garantizar un futuro sostenible. Las inversiones en naturaleza y en modelos económicos inclusivos son la clave para enfrentar los desafíos y asegurar el bienestar de las futuras generaciones.