
El azúcar continúa siendo uno de los pilares de la economía salvadoreña, pese a los retos climáticos y comerciales que enfrenta. Así lo aseguró Julio Arroyo, representante de la Asociación Azucarera de El Salvador, durante una presentación en la que el gremio compartió avances en materia de sostenibilidad y proyecciones para la próxima zafra.
Según datos del sector, cada año se producen alrededor de 6 millones de toneladas de caña de azúcar, cultivadas por cerca de 7,000 productores. De esta producción se obtienen unas 700,000 toneladas de azúcar y 300,000 toneladas de melaza, que abastecen tanto al mercado interno como a la exportación.
Actualmente, El Salvador vende azúcar y melaza a más de 25 países mediante cuotas preferenciales en el marco de acuerdos con Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido.
Arroyo destacó que la caña de azúcar es un cultivo resiliente ante el cambio climático, lo que ha permitido a la industria adaptarse a fenómenos de exceso y déficit de lluvias.
“Queremos dar a conocer los aportes que estamos haciendo a la sostenibilidad y a la biodiversidad del país, porque sabemos que somos un actor más en la vida nacional”, afirmó.

Impacto de la política comercial y la última cosecha
En lo referente a comercio internacional, Arroyo reconoció que las recientes modificaciones arancelarias en Estados Unidos generan incertidumbre, aunque subrayó que todos los países productores de azúcar enfrentan el mismo escenario.
“Afortunadamente, es un producto básico de consumo mundial, por lo que nuestro esfuerzo principal será seguir cumpliendo con las cuotas de exportación”, explicó.
Actualmente El Salvador cuenta con dos cuotas para enviar azúcar hacia Estados Unidos: la del Tratado de Libre Comercio CAFTA, de unas 37,000 toneladas métricas, y la de la Organización Mundial del Comercio, de 27,000 toneladas, lo que suma alrededor de 66,000 toneladas anuales. No obstante, la última zafra registró una caída del 9% en la producción total de azúcar.
Este descenso obedeció tanto a la reducción de áreas de cultivo como a menores rendimientos derivados de condiciones climáticas adversas. Según los cálculos del sector, la merma podría representar hasta 40 millones de dólares menos en ingresos por exportaciones.

Recuperación y sostenibilidad
Con miras a la zafra 2025-2026, que iniciará en noviembre, las perspectivas son más alentadoras.
El representante gremial señaló que el invierno de este año ha tenido una distribución de lluvias favorable y que los pronósticos indican niveles por encima del promedio histórico, lo cual podría favorecer la recuperación de la producción.
Otro de los desafíos del sector ha sido la disminución de mano de obra agrícola. Para afrontarlo, la industria está acelerando la mecanización y promoviendo la cosecha en verde, con el fin de reducir la quema de caña y mitigar impactos ambientales.
“El azúcar salvadoreña está llegando a los principales mercados internacionales, y seguiremos trabajando para fortalecer la competitividad, la sostenibilidad y el aporte del sector a la economía del país”, concluyó Arroyo.