El índice de precios de los alimentos de la FAO alcanzó en febrero de 2025 un promedio de 127.1 puntos, reflejando un aumento del 1.6 % respecto al mes anterior. Aunque la carne se mantuvo estable, los demás productos registraron incrementos, con el azúcar, los productos lácteos y los aceites vegetales como principales impulsores del alza. A pesar de este aumento, el índice general sigue un 20.7 % por debajo del récord alcanzado en marzo de 2022.

El índice de precios de los cereales subió un 0.7% en febrero, debido a la menor oferta en Rusia y la creciente demanda de trigo en otros mercados. Además, el maíz experimentó un alza por la reducción de la producción en Brasil y Argentina. Sin embargo, el precio del arroz cayó un 6,8 % debido a una mayor oferta exportable y menor demanda de importación.
Los aceites vegetales registraron un aumento del 2%, destacando el repunte del aceite de palma tras un descenso en enero. La producción estacionalmente baja en el sudeste asiático y la fuerte demanda en Indonesia impulsaron los precios. El aceite de soja subió debido al crecimiento del sector alimentario, mientras que los aceites de girasol y colza se vieron afectados por la preocupación sobre la oferta futura.

El índice de precios de la carne se mantuvo prácticamente sin cambios en febrero. Las carnes de aves y cerdo bajaron debido a la alta disponibilidad en Brasil y Europa, mientras que la carne de ovino y bovino aumentó, impulsada por la fuerte demanda mundial y las condiciones del mercado en Nueva Zelanda y Australia.
Los productos lácteos registraron un incremento del 4%, alcanzando su tercer mes consecutivo de subidas. El queso lideró el alza con un 4.7 %, impulsado por la fuerte demanda de importaciones. La leche entera y desnatada en polvo, así como la mantequilla, también subieron debido a la menor producción en Oceanía y la creciente demanda mundial.

El azúcar experimentó un notable incremento del 6.6 %, revirtiendo tres meses de caídas. La preocupación por una menor producción en India y los efectos de las condiciones secas en Brasil contribuyeron a la subida. Además, el fortalecimiento del real brasileño frente al dólar encareció las exportaciones, agregando presión alcista a los precios globales.
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