La transformación digital ha marcado un antes y un después en la relación entre contribuyentes y gobiernos, especialmente en el ámbito tributario. Según el Banco Mundial, la adopción de pagos electrónicos ha permitido optimizar los procesos de declaración y pago de impuestos, reduciendo costos, errores y tiempo. En este contexto, El Salvador se posiciona como un ejemplo notable en América Latina: el 94.58% de las empresas declara sus impuestos electrónicamente y el 80.3% realiza los pagos por medios digitales, según los últimos datos del proyecto Business Ready (B-READY).

Esta transición tecnológica ha tenido impactos positivos en las economías emergentes, donde la infraestructura limitada y los costos administrativos elevados hacían más complejo el cumplimiento tributario. Con los pagos electrónicos, se eliminan barreras como los desplazamientos físicos, las largas filas y el contacto directo con funcionarios, lo que también reduce el riesgo de corrupción y agiliza el cumplimiento.
El Banco Mundial destaca la importancia de contar con portales tributarios integrados, también conocidos como oficinas tributarias virtuales, que centralizan todos los servicios para el contribuyente. Estos portales ofrecen un sistema más seguro y confiable, permitiendo declarar y pagar impuestos directamente, sin intermediarios, mejorando la protección de datos y la experiencia del usuario.

Sin embargo, no todas las economías han logrado implementar estos sistemas de forma integral. En los países donde aún se depende de proveedores externos para procesar pagos, los contribuyentes enfrentan desafíos como procesos engorrosos, requisitos adicionales, mayores riesgos de seguridad y costos más elevados. Esto afecta especialmente a las empresas en países de ingresos bajos y medianos bajos, donde cada paso adicional representa una carga significativa.
A pesar de estos retos, los datos muestran que la digitalización de los pagos tributarios es una herramienta poderosa para mejorar la eficiencia y la transparencia fiscal. El caso salvadoreño demuestra que incluso economías en desarrollo pueden liderar en innovación tributaria si se implementan las políticas adecuadas y se invierte en infraestructura tecnológica.

Los pagos electrónicos no solo modernizan la administración tributaria, sino que también empoderan a los contribuyentes y fortalecen la recaudación fiscal. Su expansión, especialmente en economías con recursos limitados, es clave para reducir la informalidad, facilitar el cumplimiento y generar confianza en las instituciones públicas.