El Salvador ha transformado significativamente sus procesos aduaneros y tributarios gracias a un proyecto financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que comenzó en 2018 con un préstamo de US$30 millones. Este proyecto permitió la digitalización de trámites, mejorando la eficiencia, reduciendo costos y fortaleciendo la recaudación fiscal.
Antes de la implementación, los trámites en aduanas se realizaban completamente en papel, ocasionando retrasos de hasta cinco días. Ahora, con un sistema modernizado, los tiempos de inspección se han reducido drásticamente a 30 minutos, gracias a tecnologías como escáneres, RFID, drones y vigilancia digital. Además, la trazabilidad de mercancías es más precisa mediante la instalación de GPS en camiones de carga.
El puerto de Acajutla y la aduana de San Bartolo han sido claves en esta modernización, con la adopción de inspecciones remotas y un nuevo sistema aduanero estratégico. Este avance también incluye el «Canal Azul,» que permite verificaciones en las instalaciones de empresas de bajo riesgo, mejorando la comodidad para los contribuyentes.
En el ámbito tributario, la implementación de la factura electrónica ha optimizado el cobro del IVA, que pasó de representar el 3.5% del PIB en 2017 al 8.7% en 2023. La digitalización de documentos tributarios ha facilitado el cumplimiento de las obligaciones fiscales para empresas de todos los tamaños, mientras que las autoridades cuentan con herramientas avanzadas para combatir la evasión.
La modernización también ha tenido un impacto ambiental positivo. Hasta septiembre de 2024, la reducción del uso de papel evitó la tala de más de 29,000 árboles y el consumo de 208 millones de litros de agua, promoviendo la sostenibilidad.
La actualización de la infraestructura digital y la clasificación económica de los contribuyentes han fortalecido el control fiscal del gobierno, disminuyendo la brecha tributaria. Esto consolida un sistema más equitativo y genera confianza en los contribuyentes.
Estos avances han posicionado a El Salvador como un ejemplo en la región de cómo la tecnología puede impulsar la eficiencia administrativa, la sostenibilidad y el crecimiento económico.