El mercado global de deuda soberana alcanza aproximadamente los US$100 billones, equiparándose al tamaño de la economía mundial, según informa el Fondo Monetario Internacional (FMI). Los gobiernos recurren a la emisión de bonos para financiar sus déficits, ofreciendo a los inversionistas un pago de interés anual conocido como cupón. El precio de estos bonos en el mercado secundario depende de la inflación y del rendimiento de inversiones alternativas, lo que determina su rentabilidad o rendimiento al vencimiento.

Los inversionistas adquieren bonos considerando el costo de oportunidad. Si la tasa de cupón es inferior al rendimiento esperado, los bonos se negocian con descuento respecto a su valor nominal. En economías avanzadas, los bonos soberanos suelen ser percibidos como seguros debido a instituciones sólidas y economías diversificadas, mientras que en los mercados emergentes los rendimientos suelen ser mayores debido al riesgo de incumplimiento o prima de riesgo país.

En economías en desarrollo, la prima de riesgo país juega un papel crucial en la curva de rendimientos. Un aumento significativo en los rendimientos a corto plazo puede indicar la inminencia de una reestructuración de la deuda. Un ejemplo de ello ocurrió en Ucrania en 2014, cuando la curva de rendimientos descendente reflejaba la creciente percepción de riesgo entre los inversionistas antes de que se anunciara oficialmente la reestructuración de su deuda soberana.
Para reducir la vulnerabilidad ante el riesgo cambiario, muchas economías emergentes buscan fortalecer sus mercados de bonos en moneda local. Sin embargo, desarrollar estos mercados requiere una gestión prudente de la deuda, regulaciones sólidas y una base diversificada de inversionistas. El FMI y el Banco Mundial han trabajado con estos países para mejorar la infraestructura del mercado y fomentar la estabilidad financiera.

Un mercado de bonos bien estructurado no solo proporciona señales sobre la salud económica de un país, sino que también influye en otros activos financieros, como préstamos bancarios y bonos corporativos. Una curva de rendimiento estable permite una asignación más eficiente de los recursos, promoviendo el crecimiento económico sostenible y fortaleciendo la estabilidad financiera global.
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