
En un entorno donde la confianza se gana con transparencia, la Presentación y revelación en estados financieros- NIIF 18 (IFRS 18) marca un paso clave hacia una comunicación financiera más clara y comparable. Su principal novedad son las “medidas de desempeño definidas por la gerencia” (MPMs), métricas que, aunque comunes en la práctica, ahora deberán presentarse bajo un marco normativo formal y auditado.
Durante años, las empresas han recurrido a medidas alternativas como el EBITDA ajustado o la utilidad recurrente para explicar su desempeño. Sin embargo, estas métricas carecían de una regulación uniforme bajo las NIIF. IFRS 18 viene a llenar ese vacío al establecer una definición precisa y requisitos de divulgación para los subtotales de ingresos y gastos que la gerencia utiliza públicamente para reflejar su visión del negocio.
El estándar delimita con claridad qué califica como una MPM: solo los subtotales de ingresos y gastos que expresen la visión de la gerencia sobre el desempeño global. Se excluyen medidas no financieras, ratios o métricas relacionadas con flujos de efectivo. Además, introduce una “presunción refutable”: si la entidad comunica públicamente un subtotal de ingresos y gastos, se presume que refleja la visión de la gerencia, salvo que pueda demostrarse lo contrario. Esta medida busca fortalecer la disciplina y la coherencia entre lo que las empresas comunican al mercado y lo que reportan en sus estados financieros.
Uno de los principales desafíos será la conciliación entre cada MPM y el subtotal más comparable bajo NIIF, incluyendo los efectos fiscales y sobre intereses no controladores. Aunque se permite cierto grado de simplificación en los cálculos, esta exigencia puede representar un reto operativo considerable, especialmente para grupos multinacionales. Requerirá una coordinación más estrecha entre las áreas contables, fiscales y de auditoría, así como un juicio profesional sólido.

Desde la perspectiva de los usuarios inversionistas, analistas o reguladores, IFRS 18 representa un avance importante. Las medidas que antes se presentaban de forma dispersa y sin verificación ahora estarán dentro del cuerpo auditado de los estados financieros, lo que aporta mayor claridad, comparabilidad y confianza.
En última instancia, la transparencia se consolida como un factor competitivo. IFRS 18 eleva el estándar, exige rigor técnico y promueve una comunicación más clara, pero también ofrece a las empresas la oportunidad de reforzar su credibilidad ante los mercados. Más que un cambio contable, es una invitación a alinear la narrativa financiera con la realidad del negocio.
La implementación de IFRS 18 será, sin duda, un ejercicio exigente. Pero también es una oportunidad para fortalecer la rendición de cuentas, elevar la calidad de la información y construir relaciones de confianza más sólidas con los inversionistas y el mercado.
En un contexto donde la transparencia es sinónimo de reputación, adoptar estas nuevas exigencias con criterio y responsabilidad no solo cumple una norma: consolida una ventaja competitiva sostenible.
