El acceso al crédito se ha convertido en un problema invisible que afecta el crecimiento y desarrollo de las economías emergentes. Según el Foro Económico Mundial, las perspectivas para las empresas en estos países no son muy alentadoras. La Corporación Financiera Internacional (CFI) estima que el 40% de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) en los países en desarrollo enfrentan un déficit anual de financiación que asciende a 5.2 billones de dólares. Este déficit limita severamente la capacidad de estas empresas para expandirse y contribuir al desarrollo económico de sus respectivos países.
Las pequeñas y medianas empresas (pymes) desempeñan un papel crucial en las economías emergentes. Representan alrededor del 90% de las empresas y son responsables de más del 50% del empleo global. A pesar de su relevancia, enfrentan barreras significativas para acceder a créditos necesarios para su funcionamiento y crecimiento. En estos contextos, las pymes formales contribuyen hasta un 40% del Producto Bruto Interno (PBI), lo que destaca su importancia en el tejido económico de las naciones en desarrollo.
Una de las principales dificultades que enfrentan las pymes es la alta tasa de interés y la falta de garantías adecuadas que pueden asegurar préstamos. Estos factores hacen que el acceso a recursos financieros sea un reto considerable, limitando las oportunidades de expansión y desarrollo para estas empresas. Las elevadas tasas de interés no solo aumentan el costo del crédito, sino que también desincentivan a las instituciones financieras a prestar a estas empresas.
Para las pymes y los individuos en general, el acceso al crédito es fundamental para poner en marcha proyectos a largo plazo y alcanzar metas económicas. Sin la capacidad de financiar sus operaciones o inversiones, muchas de estas empresas no pueden realizar planes estratégicos ni aprovechar oportunidades de mercado, lo que resulta en un estancamiento o incluso en el cierre de negocios.
El problema se vuelve aún más grave en los países en desarrollo, donde las estructuras financieras y los mercados de crédito son menos desarrollados. La falta de acceso adecuado al crédito en estos contextos perpetúa la brecha entre los países emergentes y los desarrollados, impidiendo que los primeros aprovechen su potencial de crecimiento completo y contribuyan de manera más significativa al desarrollo global.