El impacto del emprendimiento es particularmente notable cuando se observa la caída dramática en la propensión a migrar tras iniciar una actividad empresarial. Según el informe, entre los hombres, la propensión a emigrar se desploma de un 26.4% a un escaso 6.4%, una disminución del 75%. En mujeres, la inclinación a migrar se reduce en casi dos tercios, es decir un 66%.
En sectores con alta predisposición a la migración, como el transporte y restaurante, iniciar un negocio ha resultado en una reducción de más del 50% del deseo de migrar.
En el informe del Observatorio Mype de Fusai, “La otra Cara de la Economía” se revela el potencial que tiene el emprendimiento local no sólo para transformar la economía del país, sino para contener el flujo migratorio.
Este fenómeno, que ha visto incrementar la diáspora salvadoreña en un 250% desde el año 2000 a la actualidad es abordado hoy con una propuesta innovadora y prometedora: fortalecer las micro y pequeñas empresas (MYPE), que representan aproximadamente el 95% del tejido empresarial del país y generan cerca del 60% del empleo.
Las MYPES salvadoreñas no solo arroja luz sobre la eficacia del emprendimiento como herramienta económica, sino que también las posiciona como un catalizador de cambio social y un ancla emocional para muchas familias salvadoreñas. La creación de oportunidades dentro de las fronteras nacionales es una historia de éxito, de esperanza y posibilidades para muchos compatriotas que han encontrado en el emprendimiento un sustento y un motivo para no abandonar el país.
En este contexto, la apuesta por el emprendimiento no es solo una medida económica; es una apuesta por un país donde sus ciudadanos no solo sobreviven, sino que prosperan y están definiendo el curso de la nación en las próximas décadas.