El Banco Interamericano de Desarrollo informó un récord en los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) que alcanzaron un hito significativo en su financiamiento para el clima en 2023, logrando un total de US$125,000 millones. Esta cifra representa más del doble de los fondos asignados en 2019, cuando los BMD se comprometieron a aumentar sus inversiones en la lucha contra el cambio climático durante la Cumbre de Acción Climática de las Naciones Unidas. Este crecimiento refleja una mayor urgencia y capacidad para abordar la crisis climática a nivel global.
De los US$125,000 millones, un total de US$74,700 millones se destinaron a economías de ingreso bajo y medio. Dentro de este monto, la mayor parte, aproximadamente US$50,000 millones, se orientó hacia proyectos de mitigación del cambio climático, lo que demuestra un enfoque en reducir las emisiones y promover energías sostenibles. Además, US$24,700 millones se asignaron a la adaptación, ayudando a estos países a enfrentar los impactos ya visibles del cambio climático.
Por otro lado, las economías de ingreso alto recibieron US$50,300 millones en financiamiento climático. De esta suma, una gran mayoría, US$47,300 millones, se utilizó para la mitigación. Esto indica que, aunque estos países tienen mayores recursos, también están intensificando sus esfuerzos para reducir su huella de carbono. Los US$3,000 millones restantes se destinaron a iniciativas de adaptación, aunque en menor proporción que en los países de ingreso bajo y medio.
El financiamiento privado también desempeñó un papel crucial en este panorama. Para las economías de ingreso bajo y medio, se movilizaron US$28,500 millones en inversión privada, mientras que, para las economías de ingreso alto, el monto alcanzó los US$72,700 millones. Esto sugiere que, aunque el financiamiento público es vital, la colaboración con el sector privado es esencial para alcanzar los objetivos climáticos.
El récord de financiamiento de los BMD en 2023 subraya un compromiso creciente hacia la acción climática. La distinción en la asignación de fondos entre países de diferentes ingresos resalta la necesidad de enfoques adaptativos y específicos que respondan a las diversas realidades económicas y climáticas. El desafío ahora será mantener y aumentar estos niveles de financiamiento en los próximos años para enfrentar de manera efectiva la crisis climática global.