
Más de la mitad de las micro y pequeñas empresas (MYPES) del país continúan fuera del sistema financiero formal. Según datos del Observatorio MYPE de la Escuela LID de FUSAI, el 52.8 % de las MYPES se autoexcluyen del crédito formal, lo que significa que no solicitan préstamos en bancos u otras instituciones financieras debido a los requisitos o condiciones que consideran difíciles de cumplir.
Por otra parte, el 34.6 % combina crédito formal e informal, es decir, accede tanto a instituciones financieras reguladas como a prestamistas no formales. Finalmente, el 12.6 % está totalmente excluido del crédito formal, sin acceso a ningún tipo de financiamiento que impulse su actividad económica.
Estos datos reflejan un panorama preocupante para los pequeños negocios, especialmente aquellos del sector informal, que enfrentan mayores dificultades para acceder a recursos financieros.

Expertos advierten que las políticas actuales no siempre consideran las particularidades de este sector. “En el sector formal, lo que no se puede medir se termina castigando. Si no reconocemos que administrar un microcrédito de 200 dólares cuesta más que uno de 20 mil, siempre habrá exclusión. El riesgo no desaparece: solo cambia de dirección”, explicó el economista Gochez.
La aplicación de topes uniformes a las tasas de interés ha contribuido a reducir la oferta de microcréditos. Como resultado, se observan menos préstamos nuevos, montos más altos y un desplazamiento hacia productos de consumo, como tarjetas personales, que no están diseñados para fortalecer los negocios, sino para cubrir gastos inmediatos.

En conclusión, las cifras confirman que los pequeños emprendedores siguen enfrentando un acceso limitado al crédito formal, lo que agrava la desigualdad financiera y restringe las oportunidades de crecimiento del sector MYPE en El Salvador.