
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que El Salvador crecerá 2.6% en 2025, manteniendo el ritmo de expansión alcanzado en 2024, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) cerró con un aumento de 3.5%, según el más reciente Informe de Perspectivas de la Economía Mundial (World Economic Outlook, octubre 2025). Para 2026, la proyección se mantiene en torno al 2.5%, reflejando un panorama de estabilidad moderada, aunque con desafíos en el frente externo y fiscal.

A pesar del tono cauteloso del informe, las cifras colocan a El Salvador en una posición de crecimiento superior al promedio de América Latina, donde la expansión estimada por el FMI apenas alcanzará 2.4% en 2025. Este desempeño regional está marcado por un entorno internacional incierto, condicionado por nuevas políticas comerciales de Estados Unidos, un menor flujo de inversiones hacia economías emergentes y la desaceleración en China.

El Salvador: estabilidad con vulnerabilidades
El FMI subraya que el crecimiento salvadoreño descansará principalmente sobre el dinamismo del consumo interno, impulsado por remesas familiares y una inflación contenida. Las remesas siguen representando cerca del 25% del PIB nacional, lo que otorga un colchón relevante frente a la desaceleración del comercio global.
El organismo proyecta una inflación promedio del 0.9% para 2025, una de las más bajas de América Latina, reflejo de la dolarización que modera los choques de precios importados. Sin embargo, advierte que la cuenta corriente tenderá a un leve déficit (-0.8% del PIB), asociado al incremento de las importaciones de bienes de consumo y combustibles.
En tanto, el informe remarca la necesidad de que el país “fortalezca la sostenibilidad fiscal y mantenga el control del endeudamiento público”, en un contexto donde el costo de financiamiento internacional sigue elevado por las tasas de interés globales.

Centroamérica mantiene su resiliencia
A nivel regional, Centroamérica —que agrupa a Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá— crecerá un promedio de 3.4% en 2025, tras un aumento de 3.9% en 2024. La proyección anticipa que 2026 podría ver una aceleración hasta el 3.8%, impulsada por la recuperación gradual del turismo, la inversión en infraestructura logística y una moderación de la inflación regional cercana al 1.9%.
Pese a la caída de la ayuda oficial para el desarrollo y la menor entrada de capitales, el Fondo considera que Centroamérica sigue mostrando mayor resistencia que Sudamérica, en parte gracias a la diversificación de sus exportaciones y su cercanía comercial con Norteamérica. Se espera que los principales riesgos provengan de la reducción de flujos externos, la vulnerabilidad fiscal y la persistente desigualdad social.

América Latina: crecimiento estable pero insuficiente
El informe del FMI describe un panorama apagado para América Latina y el Caribe, con una expansión promedio de 2.4% en 2025 y 2.3% en 2026. La región continúa afectada por la ralentización del comercio y la inversión, aunque algunos países logran mantener señales de solidez interna.
México, con un crecimiento de 1.0% el próximo año, resiente los efectos de los nuevos aranceles estadounidenses, mientras que Brasil moderará su expansión a 2.4%. En contraste, economías como Paraguay (4.4%) y Uruguay (2.5%) se benefician de mejores términos de intercambio y estabilidad macroeconómica.
El FMI enfatiza que el conjunto latinoamericano sigue enfrentando una “brecha estructural de productividad”, agravada por la fragmentación de cadenas de valor y la limitada inversión pública. Aun así, el organismo reconoce signos de recuperación paulatina en el Caribe, donde el turismo muestra un repunte significativo.

Perspectiva global: un mundo en transición económica
En su capítulo central, el FMI califica 2025 como un año de “prospectos tenuemente alentadores” y advierte que la economía mundial entra en una fase de adaptación a cambios estructurales: menor comercio global, tensiones geopolíticas, recortes en la cooperación internacional y una creciente divergencia entre políticas fiscales expansivas y endurecimiento monetario.
El crecimiento mundial se estima en 3.2% para 2025, con una ligera desaceleración en 2026 (3.1%). El informe prevé que los mercados emergentes seguirán sosteniendo más del 70% del crecimiento global, en tanto la mayoría de economías avanzadas se estabilizan en torno al 1.6% anual.
Entre los riesgos centrales destacan el proteccionismo persistente, el encarecimiento de la deuda soberana y la caída en los flujos de ayuda hacia países con menor ingreso. Sin embargo, el Fondo también menciona factores que podrían revertir ese panorama, como un avance acelerado de la inteligencia artificial y acuerdos comerciales más predecibles.

Un llamado a las políticas prudentes y previsibles
El FMI concluye que países como El Salvador enfrentan un dilema entre sostener la recuperación y preservar los equilibrios fiscales. Recomendó continuar “atrayendo inversión extranjera bajo marcos regulatorios estables, fortalecer la transparencia fiscal y preservar la confianza en la disciplina monetaria derivada de la dolarización”.
Más ampliamente, la institución exhorta a los gobiernos latinoamericanos a consolidar marcos fiscales creíbles, reforzar la independencia de los bancos centrales y avanzar en políticas estructurales que promuevan productividad, educación y digitalización.
En un escenario mundial dominado por la incertidumbre, el mensaje del FMI es claro: El Salvador y Centroamérica tienen espacio para seguir creciendo, pero solo si logran transformar su estabilidad en desarrollo sostenible y resiliente.
