¿Alguna vez ha ocurrido un hallazgo valioso e inesperado mientras buscaba otra cosa? A este fenómeno se le llama serendipia, y es precisamente la clave que muchas empresas de manufactura están dejando escapar, quedando rezagadas frente a un mercado en constante cambio?

Una investigación de Nele Terveen (Universidad de Auckland y Universidad de Stanford) y que retoma el Foro Económico Mundial la «paradoja de la serendipia» ha demostrado que la clave para la innovación no reside en una planificación rígida, sino en la alineación entre el liderazgo, la autonomía de los empleados y un propósito compartido.
La investigación también destaca la importancia de la alineación emocional en la resolución de problemas. En un entorno donde la serendipia es valorada, las emociones impulsan la creatividad y la conexión, permitiendo que las empresas se adapten y realicen giros críticos de manera más efectiva.

Para los líderes de la industria, la serendipia no es un golpe de suerte que se espera pasivamente, sino el resultado de un entorno bien diseñado. Se trata de fomentar una cultura que acepte lo inesperado, que promueva la colaboración y que utilice nuevas herramientas, incluso como los diarios asistidos por inteligencia artificial, para navegar la incertidumbre.
Cuando una organización no atiende estas dinámicas, corre el riesgo de caer en el llamado “campo de zemblanidad” (lo opuesto a la serendipia). En este estado, los pequeños descuidos y las rutinas rígidas se acumulan silenciosamente, programando la fragilidad en el sistema hasta que el fracaso se vuelve casi inevitable. Invertir en una cultura de serendipia no solo enciende la innovación, sino que también fortalece la resiliencia de la empresa ante futuras disrupciones del mercado.