
En una entrevista reciente con Laura Ingraham para Fox News, el presidente Donald Trump argumentó que Estados Unidos aún no cuenta con todos los talentos necesarios internamente, por lo que calificó como indispensable el uso del programa de visados H-1B para trabajadores altamente cualificados.
Durante la conversación, Ingraham planteó que la nación ya dispone de un “pleno de talento”, a lo que Trump contestó con contundencia: “No, no lo tienes. No tienes ciertos talentos, y la gente tiene que aprender”.
El mandatario destacó que, incluso en industrias donde se requieren especializaciones como baterías o tecnologías avanzadas, las empresas han dependido del talento extranjero para poder operar con eficiencia y competitividad. En ese contexto, señaló que “si vas a poner a gente de la lista de desempleados directamente en una fábrica para fabricar misiles… pues no funciona así”.
Este posicionamiento marca una aparente contradicción con su histórico discurso “America First”, que enfatizaba la prioridad del trabajador estadounidense. La aceptación de visados de talento extranjero ha generado una división dentro de su base de apoyo y entre miembros del movimiento MAGA, muchos de los cuales consideran que esto podría afectar los salarios oportunidades de los ciudadanos estadounidenses.
En términos económicos, el respaldo presidencial al programa H-1B envía una señal de que la administración considera fundamental la inmigración selectiva de alta cualificación para sostener sectores estratégicos (tecnología, manufactura avanzada) donde se estima que la oferta laboral nacional no basta. Al mismo tiempo, este enfoque abre un debate sobre la competencia entre trabajadores nacionales y extranjeros, el impacto en los salarios y los desafíos de gobernanza migratoria.
En definitiva, Trump plantea que la política migratoria de visados no solo es una cuestión humanitaria o de acceso, sino una herramienta vinculada a la capacidad productiva de la economía, la competitividad global y la estrategia industrial del país.
