La economía mundial sigue mostrando una notable resistencia, con un crecimiento que se mantiene estable y una inflación que se vuelve variable; sin embargo, a pesar de muchas predicciones sombrías, el mundo ha logrado evitar la recesión. Además, el sistema bancario demostró que las principales economías de mercado emergentes no sufrieron paradas bruscas.
Asímismo, la inflación a pesar de su gravedad y de la crisis del costo de la vida asociada no desencadenó espirales incontroladas de precios y salarios.
Por el contrario, casi tan rápido como subió la inflación mundial ha ido bajando. En términos interanuales, el crecimiento mundial tocó fondo a finales de 2022, en el 2.3%, poco después de que la inflación media alcanzará un máximo del 9.4%.
Es por ello, que los mercados reaccionaron con exuberancia ante la perspectiva de que los bancos centrales abandonaran la política monetaria restrictiva. Las condiciones financieras se relajaron y las valoraciones de las acciones se dispararon.
Para contrarrestar la creciente inflación, los principales bancos centrales han subido los tipos de interés oficiales hasta niveles considerados restrictivos. Como consecuencia, los costos hipotecarios han aumentado y la disponibilidad de crédito es escasa, lo que dificulta la refinanciación de la deuda de las empresas, el aumento de las quiebras corporativas y la moderación de la actividad empresarial y residencial en varias economías.
El sector inmobiliario comercial, incluidos los mercados de oficinas, está sometido a una presión especialmente fuerte en algunas economías, con un aumento de los impagos y un descenso de la inversión y las valoraciones, lo que refleja los efectos combinados del aumento de los costos de los préstamos.