La clave más importante, aquí es, priorizar los gastos; y si se tiene la necesidad o el deseo de realizar una compra que no está dentro del presupuesto, se debe de pensar en cuánto cuesta, de cuánto son los ingresos, en cuento tiempo se pretende ahorrar este dinero para poder adquirir el producto o servicio; de esta forma es más fácil tener una proyección del porcentaje de dinero que se debe guardar en el tiempo que se tenga estipulado.

Incluso se puede aplicar la regla 80-90, es decir, vivir, ya sea con el 80% o 90% de los ingresos y destinar el 10% o 20% que sobra, al ahorro, esto significa que el porcentaje que se está guardando se puede invertir y ganar intereses, de esta manera se sabe cuánto se va ahorra mensualmente y poder comprar lo que se desea en el menor tiempo posible.

¿Cómo se pueden eliminar esos gastos hormiga para poder continuar con la práctica del ahorro?

Si algo no está presupuestado, es mejor no comprarlo, porque esto podría desestabilizar lo que ya se tenía previsto gastar.

Los gastos hormigas son aquellos que se consideran “compras pequeñas”, por ejemplo, un café, un pan dulce o alguna golosina, lo cual no está mal, pero si se realiza de manera constante y se hace una proyección a largo plazo ya no es un gasto hormiga, sino un gasto variable.

Cuando se tiene clara una meta de ahorro y se logra, comienza una etapa muy importante que no todas las personas lo pueden realizar; y esta es la inversión.

Crear una cuenta de ahorro permitirá que el dinero comience a generar interés, también otra forma de poner a trabajar lo que se ha ahorrado es invertirlo en otros proyectos que generen rentabilidad, de esta forma no se queda estancado.