Reconocen la importancia de su personal como el motor de la corporación y están conscientes de la urgencia de actuar frente al cambio climático, ya que los efectos son palpables y requieren acciones concretas y rápidas.
Entienden que el incremento en la fabricación de alimentos es necesario para satisfacer la demanda creciente, pero también se esfuerzan por equilibrar esta necesidad con prácticas sostenibles, conscientes de que el alimento es una necesidad básica del ser humano. Su enfoque se basa en tres grandes estrategias, incluyendo la búsqueda de certificaciones de “carbono neutralidad” y la implementación de medidas para reducir el desperdicio de alimentos y aumentar la eficiencia energética.
Además, están llevando a cabo proyectos para reducir la huella de carbono en la producción de proteína animal, colaborando con socios científicos para mitigar las emisiones de metano. Este compromiso ha resultado en la reducción significativa de emisiones de CO2 en la región en la última década.
En CMI reconocen la complejidad de medir y gestionar el impacto ambiental en diferentes tipos de empresas dentro del sector alimentario, destacando la importancia de comprender el impacto específico de su negocio para tomar medidas efectivas.