A medida que aumentan las tensiones geopolíticas, las empresas y las autoridades económicas analizan nuevas estrategias para dotar a las cadenas de suministro de más resiliencia repatriando la producción o desplazándola a países de confianza.
La Secretaria del Tesoro de Estados Unidos sostuvo en abril de 2022 que las empresas deben localizar las cadenas de suministro en países con afinidad ideológica.
En los últimos diez años, la proporción de flujos de la Inversión Extranjera Directa (IED) entre las economías con afinidad geopolítica no ha dejado de crecer, incluso más que la proporción destinada a países con proximidad geográfica; esto sugiere que la localización geográfica de la inversión responde cada vez más a preferencias geopolíticas.
Además del desplazamiento de los nuevos flujos, analizando si, debido a la creciente fragmentación, las inversiones directas existentes podrían relocalizarse en otras jurisdicciones; para ello construyeron un índice que mide la exposición a estos fenómenos por país.
Las economías de mercados emergentes y en desarrollo son más vulnerables que las economías avanzadas a la relocalización de la inversión, en parte por su mayor dependencia de los flujos provenientes de países con menos afinidad geopolítica.
Estas pérdidas posiblemente se distribuyan de manera desigual. Las economías en desarrollo y de mercados emergentes se ven especialmente afectadas al tener un menor acceso a las inversiones de economías avanzadas, pues esto reduce la formación de capital y las mejoras de productividad derivadas de la transferencia de tecnología y de conocimientos.
Si bien la desviación de los flujos de inversión beneficiará a algunos, esos beneficios están sujetos a gran incertidumbre. Algunas economías, como las que mantienen relaciones con diferentes bloques políticos, podrían beneficiarse del redireccionamiento de las inversiones.