El FMI, por su parte, calcula que las pérdidas mundiales derivadas de la fragmentación del comercio podrían oscilar entre un 0.2% y un 7% del Producto Interno Bruto (PIB). Los costos pueden ser mayores si se tiene en cuenta la disociación tecnológica. Las economías de mercado emergentes y los países de ingreso bajo serían los más perjudicados por la pérdida de la transferencia de conocimientos.
Es importante reforzar el sistema comercial para salvaguardar los beneficios y evitar las pérdidas. Sin embargo, también existe un interesante y prospectivo programa de política comercial que responde al futuro del comercio internacional, que concebimos como inclusivo, ecológico y cada vez más impulsado por la tecnología digital y los servicios.
El comercio ha contribuido mucho a reducir la pobreza y la desigualdad entre países.
Pero también se ha de reconocer que ha dejado atrás a demasiadas personas: los habitantes de los países ricos se han visto perjudicados por la competencia de las importaciones y los de los países pobres no han podido aprovechar las cadenas de valor mundiales; además, suelen encontrarse en el primer plano de la degradación medioambiental y las pugnas por los recursos.
Como hicieron saber a las autoridades del Grupo de los Veinte en un documento conjunto de nuestras instituciones y el Banco Mundial, no tiene por qué ser así: con las políticas internas adecuadas, los países pueden aprovechar las grandes oportunidades que ofrece el comercio internacional y ayudar a los que se han quedado atrás.