Lunes, 19 Junio 2023 18:09

BID afirma que para garantizar la seguridad alimentaria debemos proteger el planeta

Escrito por Evelyn Alas

Alrededor de 267 millones de personas en América Latina y el Caribe (ALC) sufren inseguridad alimentaria. Eso significa que 40% de la población no tiene acceso físico o económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades diarias y llevar una vida saludable (FAO, 2022).

Pero el problema no termina ahí, ya que un 8.6%, 56 millones de habitantes, padece el hambre en toda su crudeza. Es decir, no tienen un consumo suficiente de alimentos para cubrir sus requerimientos calóricos.

Qué sucede cuando fallan los alimentos? La seguridad alimentaria

Es importante que se reflexione sobre este problema de tan gran magnitud. El planeta, con sus recursos naturales (suelos, agua, aire, biodiversidad, etc.), provee un servicio fundamental para nuestra supervivencia: LOS ALIMENTOS.

Por esto, el uso discriminado de los recursos naturales representa una amenaza directa a la seguridad alimentaria de la población mundial.

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Además, el uso indiscriminado de los recursos naturales, a través de la deforestación, la polución del aire, la producción basada en el uso de agroquímicos, etc., incrementan la velocidad del cambio climático que, a su vez, reduce el potencial para la producción de alimentos en muchas zonas de Latinoamerica, genera pérdidas agrícolas, incrementa la inestabilidad en la oferta de alimentos, aumenta la presencia de plagas en las plantas y enfermedades de animales, entre otros problemas.

En El Salvador, 5 de cada 10 personas enfrentaron inseguridad alimentaria  durante la pandemia

Cuando hablamos de seguridad alimentaria, no hay que olvidar las cuatro dimensiones alrededor de las que gira este concepto: la disponibilidad de alimentos, que puede generarse a través de la producción nacional o el comercio internacional; el acceso, para lo que es necesario que la población tenga recursos económicos y físicos suficientes que le permitan adquirirlos; la utilización, es decir, el aprovechamiento que una persona hace de los alimentos mediante la adquisición de nutrientes y la inocuidad de los alimentos; y la estabilidad en la disponibilidad y el acceso de alimentos, independientemente de fluctuaciones económicas o climatológicas.